jueves

Iregua dejó este regalo a las puertas de Bubangos. Pero no en las que te encuentras junto a la cancela. En las de adentro. De las que no guardo las llaves...

Encontré esa joya en uno de mis viajes a bordo de "El "Destino", un galeón viejo y desvencijado. Las olas lo mecían a su gusto y yo me sentaba a mirar el movimiento de mi "Destino", mientras conversaba con el crujir de las piezas de madera de roble del barco.
No tenía compañía y sin embargo no sentía necesidad de gente a mi alrededor. "El Destino" era especial, y no había embarcación parecida a ella.
Cuando llegué a Puerto Esperanza sentí la terrible sensación del placer de atracar mi galeón durante un tiempo. Junto al muelle había una tasca llena de marineros, todos fuertes y solitarios. Entré allí, mis pasos eran como los de un elefante. Grandes y seguros. Me tomé un Bourbon, sin hielo. Sentí el fuego arañarme la garganta, lo hice despacio. Esos hombres de mar no iban a achantarme. Miré hacia el fondo, allí brillaba una luz, detrás de una cortina vi asomarse unas manos. Una sombra estaba esperándome.
Mi joya es un collar de flores.
Es un suspiro delicado
una orquídea hablando la lengua de las mariposas
el salvaje rugir de las olas cuando hay tormenta
el trueno que no suena
la lluvia en verano.
Es una cena a la luz de las velas,
el misterio de hacer lo inesperado,
ser sin saber quién ni por qué.
Es flotar sobre una nube sin alas
caminar en una barca sobre un volcán,
dar vueltas como la luz del faro en la noche.
Mi joya es un poco de miel en la punta de la lengua
la mirada tras un vaso.
Ella es,
la incógnita.
Mi Joya.
"El Destino" duerme en puerto mientras exploro esta nueva tierra. Esta ciudad desconocida y misteriosa. Lugar de ángeles y demonios. Marineros y pescadores.
Hoy duermo y descanso en Puerto Esperanza. Aquí cuidaré esto que he encontrado.
Por lo menos hasta mañana.

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